«¿Qué pasó con el team, asere?»

Tras la apabullante derrota de la selección cubana ante su similar de Estados Unidos— abultado score de catorce anotaciones a dos—, en la instancia semifinal del V Clásico Mundial de Béisbol, muchos amigos paraguayos— asombrosamente seguidores y entendidos del deporte de las bolas y los strikes— me formulan la misma interrogante.

«Perdimos», respondo escuetamente, «los estadounidenses son mejores que nosotros».

Y realmente eso sucedió.

Caímos, inobjetablemente, ante un rival muy superior, titular de la anterior edición del Clásico Mundial, concretada entre los días 6 y 22 de marzo de 2017.

El cuerpo de lanzadores del «Team Asere» se mostró incompetente de contener la furiosa ofensiva de los norteños. Falló el pitcheo, porque los bates cubanos fueron capaces de producir doce hits— dos menos que sus rivales— y, además, el equipo culminó el partido demostrando una hermética defensa.

Hay quien busca excusa.

Ciertamente hubo protestas en «LoanDepot Park» de Miami, Florida.

Era esperado que, en una nación libre y democrática, los cubanos residentes, sobre todo en la llamada «Ciudad del Sol», manifestaran su desacuerdo ante la presencia «en tierras enemigas» de un equipo que responde a los intereses del régimen de la isla.

Las medidas de fuerza fueron reales— lo corroboran miles de grabaciones en video—, y según las infundadas justificaciones de la «castrocracia», desconcentró a los jugadores de la isla. No obstante, un detalle me llama la atención: los cubanos batearon, fildearon herméticamente, siendo que solo el staff de pitcheo hizo aguas.

¿Los lanzadores fueron los únicos afectados por las constantes protestas?

Al término del encuentro Yadir Drake, unos de los jugadores de la novena antillana, además de denunciar la supuesta agresión, por parte de manifestantes, a niños y mujeres presentes en las gradas— hecho que, de ser cierto, califico de deleznable y pido, encarecidamente, que se investigue—, afirmó sonriente: «disfrutamos el partido».

Los gritos de «Patria y vida», «Asesinos», «Abajo la dictadura», «Díaz Canel, s…», «Libertad para los presos políticos en Cuba», estremecieron el recinto deportivo, y— haciendo cumplir la Tercera Ley de Newton: con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria— obligaron a recordar los actos de repudio a los que son sometidos los que en la isla profesan un discurso opuesto al gobierno.

A través de la transmisión televisiva pude percibir las expresiones de malestar de muchos de los presentes en el «LoanDepot Park», y reproduje las tristes escenas protagonizadas en Cuba, donde compatriotas son rodeados por una turba castrista capaz de espetar los más irreproducibles improperios.

«El deporte no es política», pero en Cuba, desde la década de los cincuentas, se politizan las competiciones atléticas; «el deporte no es política», pero, por ejemplo, Armando Johnson— director técnico se la selección cubana de béisbol— aseguró que Miguel Díaz Canel fue ¿inspiración? para el equipo que culminó su participación en la fiesta mundial beisbolera; «el deporte no es política» y ya asocian al «Team Asere» con la farsa electoral que habrá en la isla el próximo 26 de marzo…

Aplaudo a los que se manifestaron pacíficamente durante el encuentro Cuba-Estados Unidos en Miami— soy defensor acérrimo de la libertad de expresión, derecho, como tantos otros, inexistente dentro de las fronteras cubanas—, entiendo a aquellos que no se pronunciaron, y, finalmente, rechazo cualquier tipo de agresión física; reitero: ante presuntos casos alzo mi voz exigiendo justicia.

«¿Qué pasó con el team, asere?».

Perdió el team, asere.

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